- A sangre fría – Truman Capote
- Alina suplicante - Juan Gabriel Vásquez
- Angelitos empantanados - Andrés Caicedo
- Angosta - Héctor Abad Faciolince
- Aura - Carlos Fuentes
- Barrabás - Par Lagerkvist
- Caín - José Saramago
- Cien años de soledad - Gabriel García Márquez
- Cóndores no entierran todos los días - G. A. Gardeazábal
- Confesiones de una máscara - Yukio Mishima
- Contante y sonante - Kate Cann
- Crimen y castigo - Fiódor Dostoyevski
- Cuatro años a bordo de mí mismo – Eduardo Zalamea Borda
- Cuento de navidad - Charles Dickens
- Cumbres borrascosas – Emily Bronte
- Del amor y otros demonios - G.G. Márquez
- Delirio - Laura Restrepo
- El acoso – Alejo Carpentier
- El amante de Lady Chaterley – D. H. Lawrence
- El barón rampante – Italo Calvino
- El camino de El Dorado - Arturo Uslar Pietri
- El cartero de Neruda - Antonio Skármeta
- El color púrpura - Alice Walker
- El elogio de la madrastra - Mario Vargas Llosa
- El espejismo – Naguib Mahfuz
- El evangelio según Jesucristo - José Saramago
- La peste - Albert Camus
- El jugador – Fedor Dostoievsky
- El lobo estepario - Herman Hesse
- El mundo de afuera - Jorge Franco
- El olvido que seremos - Héctor Abad Faciolince
- El pez en el espejo - Alberto Duque López
- El reino de este mundo - Alejo Carpentier
- El siglo de las luces – Alejo Carpentier
- En diciembre llegaban las brisas - Marvel Moreno
- Érase una vez el amor pero tuve que matarlo-Efraim Medina Reyes
- Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón – Alba Lucía Ángel
- Eugenia Grandet – Honoré de Balzac
- Eva Luna – Isabel Allende
- Frankenstein - Mary Wollstoncraft Shelley
- Gabriela, clavo y canela - Jorge Amado
- Gracias por el fuego - Mario Benedetti
- I love you putamente - Esteban Carlos Mejía
- Ilona llega con la lluvia - Álvaro Mutis
- Jugar a matar - Marcelo Birmajer
- La casa de las bellas durmientes - Yasunari Kawabata
- La dama de las camelias – Alejandro Dumas
- La insoportable levedad del ser - Milan Kundera
- La letra escarlata - Nathaniel Hawthorne
- La línea de sombra – Joseph Conrad
- La muerte en Venecia - Thomas Mann
- La náusea - Jean Paul Sartre
- La piel de Zapa - Honorato de Balzac
- La seducción del minotauro - Anais Ninn
- La tía Julia y el escribidor - Mario Vargas Llosa
- Las desventuras del joven Werther - Goethe
- La multitud errante - Laura Restrepo
- Lolita - Vladimir Nabokov
- Los premios - Julio Cortázar
- Los pasos perdidos – Alejo Carpentier
- Madame Bovary - Gustave Flaubert
- Mientras llueve - Fernando Soto Aparicio
- Noches Blancas - Fiodor Dostoievski
- Pantaleón y las visitadoras – Mario Vargas Llosa
- Papá Goriot - Honoré de Balzac
- Pedro Páramo – Juan Rulfo
- ¡Que viva la música! - Andrés Caicedo
- Rayuela - Julio Cortázar
- Satanás - Mario Mendoza
- Seda - Alessandro Baricco
- Solitario de amor - Cristina Peri Rossi
- Sobre héroes y tumbas – Ernesto Sábato
- Tiempos difíciles – Charles Dickens
- Tortilla Flat - John Steinbeck
- Un mundo feliz - Aldous Huxley
- Viviendo juntos - Kate Cann
El Dragón y la Princesa
martes, 26 de enero de 2016
OBRAS LITERARIAS GRADO DÉCIMO
CONSULTA: LITERATURA MEDIEVAL ESPAÑOLA
LITERATURA
MEDIEVAL Y RENACENTISTA ESPAÑOLA
CONSULTA
PARA EL GRADO DÉCIMO
Actividad:
Ingrese a las páginas sugeridas al
final y realice las siguientes actividades:
1. Elabore un mapa conceptual sobre las características generales de la la Edada Media y de la literatura de esta época.
2. Consulte los siguientes aspectos de la literatura medieval y renacentista española:
· Características, autores, obras, contexto histórico, música,
entre otros. Tenga en cuenta los
siguientes tópicos:
- La lírica tradicional
- El mester de juglaría, la épica castellana y el Poema de Mío Cid
- El mester de clerecía. Los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo y el Libro del Buen Amor, del
- Arcipreste de Hita
- La prosa medieval: El Conde Lucanor
- Las Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique
- El Romancero
- La Celestina, de Fernando de Rojas
1. http://caracteristicas.org/caracteristicas-edad-media/
2. http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/catena/literaturamedievalespagnola.htm
martes, 3 de marzo de 2015
domingo, 9 de noviembre de 2014
TALLER DE COMPRENSIÓN LECTORA GRADO SÉPTIMO
Lea atentamente el
cuento y responda las preguntas que se plantean a continuación.
El árbol de la colina (H.P. Lovecraft)
Al
sureste de Hampden, cerca de la tortuosa garganta que excava el río Salmón, se
extiende una cadena de colinas escarpadas y rocosas que han desafiado cualquier
intento de colonización. Los cañones son demasiado profundos, los precipicios
demasiado escarpados como para que nadie, excepto el ganado trashumante, visite
el lugar.
La
última vez que me acerqué a Hampden, la región -conocida como el infierno- formaba
parte de la Reserva del Bosque de la Montaña Azul. Ninguna carretera comunica
este lugar inaccesible con el mundo exterior, y los montañeses dicen que es un
trozo del inframundo transplantado a la
Tierra. Una leyenda local asegura que la zona está hechizada, aunque nadie sabe
exactamente el porqué. Los lugareños no se atreven a aventurarse en sus
misteriosas profundidades, y dan crédito a las historias que cuentan los
indios, antiguos moradores de la región desde hace incontables generaciones,
acerca de unos demonios gigantes venidos del Exterior que habitaban en estos
parajes.
Estas
sugerentes leyendas estimularon mi curiosidad. La primera y, ¡gracias a Dios!,
última vez que visité aquellas colinas tuvo lugar en el verano de 1938, cuando
vivía en Hampden con Constantine Theunis. Él estaba escribiendo un tratado
sobre la mitología egipcia, por lo que yo me encontraba solo la mayoría del
tiempo, a pesar de que ambos compartíamos un pequeño apartamento en la Calle
Beacon que miraba a la infame Casa del Pirata, construida por Exer Jones hacía
sesenta años.
La
mañana del 23 de junio me sorprendió caminando por aquellas siniestras y
tenebrosas colinas que a aquellas horas, las siete de la mañana, parecían
bastante ordinarias. Me alejé siete millas hacia el sur de Hampden y entonces
ocurrió algo inesperado. Estaba escalando por una pendiente herbosa que se
abría sobre un cañón particularmente profundo, cuando llegué a una zona que se
hallaba totalmente desprovista de la hierba y vegetación propia de la zona. Se
extendía hacia el sur, y pensé que se había producido algún incendio, pero, después
de un examen más minucioso, no encontré ningún resto del posible fuego. Los
acantilados y precipicios cercanos parecían horriblemente chamuscados, como si
alguna gigantesca antorcha los hubiese barrido, haciendo desaparecer toda su
vegetación. Y aun así seguía sin encontrar ninguna evidencia de que se hubiese
producido un incendio... Caminaba sobre un suelo rocoso y sólido sobre el que
nada florecía.
Mientras
intentaba descubrir el núcleo central de esta zona desolada, me di cuenta de
que en el lugar había un extraño silencio. No se veía ningún ave, ninguna
liebre, incluso los insectos parecían rehuir la zona. Me encaramé a la cima de
un pequeño montículo, intentando calibrar la extensión de aquel paraje
inexplicable y triste. Entonces vi el árbol solitario.
Se
hallaba en una colina un poco más alta que las circundantes, de tal forma que
en seguida lo descubrí, pues contrastaba con la soledad del lugar. No había
visto ningún árbol en varias millas a la redonda: algún arbusto retorcido,
cargado de bayas, que crecía encaramado a la roca, pero ningún árbol. Era muy
extraño descubrir uno precisamente en la cima de la colina.
Atravesé
dos pequeños cañones antes de llegar al sitio; me esperaba una sorpresa. No era
un pino, ni un abeto, ni un almez. Jamás había visto, en toda mi existencia,
algo que se le pareciera; ¡y, gracias a Dios, jamás he vuelto a ver uno igual!
Se parecía más a un roble. Más que a cualquier otro tipo de árbol. Era enorme,
con un tronco nudoso que medía más de un metro de diámetro y tenía unas
inmensas ramas que sobresalían del tronco a tan sólo unos pies del suelo. Las
hojas eran redondeadas y todas tenían un curioso parecido entre sí. Podría
parecer un lienzo, pero juro que era real. Siempre supe que lo era, a pesar de
lo que dijo Theunis después.
Recuerdo
que miré la posición del sol y decidí que eran aproximadamente las diez de la
mañana, a pesar de no mirar mi reloj. El día era cada vez más caluroso, por lo
que me senté un rato bajo la sombra del inmenso árbol. Entonces me di cuenta de
la hierba que crecía bajo las ramas. Otro fenómeno singular si tenemos en
cuenta la desolada extensión de tierra que había atravesado. Una caótica
formación de colinas, gargantas y barrancos me rodeaba por todos sitios, aunque
la elevación donde me encontraba era la más alta en varias millas a la redonda.
Miré
el horizonte hacia el este, y, asombrado, atónito, no pude evitar dar un
brinco. ¡Destacándose contra el horizonte azul sobresalían las Montañas
Bitterroot! No existía otra cadena de picos nevados en trescientos kilómetros a
la redonda de Hampden; pero yo sabía que, a esta altitud, no debería verlas.
Durante varios minutos contemplé lo imposible; después comencé a sentir una
especie de modorra.
Me
tumbé en la hierba que crecía bajo el árbol. Dejé mi cámara de fotos a un lado,
me quité el sombrero y me relajé, mirando al cielo a través de las hojas
verdes. Cerré los ojos. Entonces se produjo un fenómeno muy curioso, una
especie de visión vaga y nebulosa, un sueño diurno, una ensoñación que no se
asemejaba a nada familiar. Imaginé que contemplaba un gran templo sobre un mar
de cieno, en el que brillaba el reflejo rojizo de tres pálidos soles. La enorme
cripta, o templo, tenía un extraño color, medio violeta medio azul. Grandes
bestias voladoras surcaban el nuboso cielo y yo creía sentir el aletear de sus
membranosas alas. Me acerqué al templo de piedra, y un portalón enorme se
dibujó delante de mí. En su interior, unas sombras escurridizas parecían precipitarse,
espiarme, atraerme a las entrañas de aquella tenebrosa oscuridad. Creí ver tres
ojos llameantes en las tinieblas de un corredor secundario, y grité lleno de
pánico.
Sabía
que en las profundidades de aquel lugar acechaba la destrucción; un infierno
viviente peor que la muerte. Grité de nuevo. La visión desapareció. Vi las
hojas y el cielo terrestre sobre mí. Hice un esfuerzo para levantarme.
Temblaba; un sudor gélido corría por mi frente. Tuve unas ganas locas de huir;
correr ciegamente alejándome de aquel tétrico árbol sobre la colina; pero
deseché estos temores absurdos y me senté, tratando de tranquilizar mis
sentidos. Jamás había tenido un sueño tan vívido, tan horripilante. ¿Qué había
producido esta visión? Últimamente había leído varios de los libros de Theunis
sobre el antiguo Egipto... Meneé la cabeza y decidí que era hora de comer algo.
Sin embargo, no pude disfrutar de la comida. Entonces tuve una idea.
Saqué
varias instantáneas del árbol para mostrárselas a Theunis, seguro de que las fotos
lo sacarían de su habitual estado de indiferencia. A lo mejor le contaba el
sueño que había tenido... Abrí el objetivo de mi cámara y tomé media docena de
instantáneas del árbol. También hice otra de la cadena de picos nevados que se
extendía en el horizonte. Pretendía volver y las fotos podrían servir de
ayuda... Guardé la cámara y volví a sentarme sobre la suave hierba. ¿Era
posible que aquel lugar bajo el árbol estuviera hechizado?
Sentía
pocas ganas de irme... Miré las curiosas hojas redondeadas. Cerré los ojos. Una
suave brisa meció las ramas del árbol, produciendo musicales murmullos que me
arrullaban. Y, de repente vi de nuevo el pálido cielo rojizo y los tres soles.
¡Las tierras de las tres sombras! Otra vez contemplaba el enorme templo. Era como
si flotase en el aire, ¡un espíritu sin cuerpo explorando las maravillas de un
mundo loco y multidimensional! Las cornisas inexplicables del templo me
aterrorizaban, y supe que aquel lugar no había sido jamás contemplado ni en los
más locos sueños de los hombres. De nuevo aquel inmenso portalón bostezó
delante de mí; y yo era atraído hacia las tinieblas del interior. Era como si
mirase el espacio ilimitado. Vi el abismo, algo que no puedo describir en
palabras; un pozo negro, sin fondo, lleno de seres innominables y sin forma,
cosas delirantes, salvajes, tan sutiles como la bruma de Shamballah. Mi alma se
encogió. Tenía un pánico devastador. Grité salvajemente, creyendo que pronto me
volvería loco. Corrí, dentro del sueño corrí preso de un miedo salvaje, aunque
no sabía hacia dónde iba... Salí de aquel horrible templo y de aquel abismo
infernal, aunque sabía, de alguna manera, que volvería...
Por
fin pude abrir los ojos. Ya no estaba bajo el árbol. Yacía, con las ropas
desordenadas y sucias, en una ladera rocosa. Me sangraban las manos. Me erguí,
mirando a mi alrededor. Reconocí dónde me hallaba: ¡era el mismo sitio desde
donde había contemplado por primera vez toda aquella requemada región! ¡Había
estado caminando varias millas inconsciente! No vi aquel árbol, lo cual me
alegró... incluso las perneras del pantalón estaban vueltas, como si me hubiese
estado arrastrando parte del camino... Observé la posición del sol. ¡Atardecía!
¿Dónde había estado? Miré la hora en el reloj. Se había parado a las 10:34...
Acerca
del contenido del texto
- ¿Exactamente en qué parte de Hampden quedaba el lugar en donde ocurrió todo?
- ¿En qué día exacto ocurrieron los hechos?
- ¿Qué lugares ve el personaje en sus visiones y sueños bajo el árbol?
- ¿Por qué los lugareños no se atrevían a entrar en las profundidades de aquel lugar?
- ¿qué motivó al personaje central a dirigirse hacia aquel lugar?
- Elabore un dibujo que represente la descripción que hace el personaje principal del lugar.
- Escriba falso o verdadero frente a cada afirmación.
- Cuando el hombre visitó las colinas vivía en Hampden ______________
- El árbol se parecía a un abeto ______________
- Cuando el hombre miró la posición del sol y su reloj, eran
- aproximadamente las diez de la mañana ______________
- La primera visión que tuvo el personaje principal ocurrió
- cuando se acostó bajo el árbol. ______________
- Al acostarse de nuevo bajo el árbol, tuvo la segunda visión ______________
- 8. ¿Cuál es el tema de la narración?
- 9. ¿Qué participación tuvo Constantine Theunis en el desarrollo del relato?
- 10. ¿Quién narra la historia?
Acerca del vocabulario
11. Relaciona cada sustantivo de la izquierda con su respectivo adjetivo, a partir de la descripción hecha por el hombre sobre su visión.
11. Relaciona cada sustantivo de la izquierda con su respectivo adjetivo, a partir de la descripción hecha por el hombre sobre su visión.
Cripta
|
Nuboso
|
Alas
|
Negro
|
Bestias
|
Enorme
|
Oscuridad
|
Tenebrosa
|
Cielo
|
Membranosas
|
Pozo
|
Grandes
|
Acerca de la estructura del texto
12. Elabora un esquema con los hechos más relevantes de cada momento de la narración
12. Elabora un esquema con los hechos más relevantes de cada momento de la narración
Inicio
|
· Acciones que
dan origen a la historia: los hechos y las circunstancias que rodean al
protagonista
|
Desarrollo
|
· Problema o
conflicto: explicación de la situación que desencadena el problema de la
narración y del problema.
· Sucesos
relacionados con el problema: información importante sobre el problema.
|
Desenlace
|
·
Solución del
problema: cómo se da solución, quién lo soluciona.
·
Situación final
de los personajes: Qué ocurre finalmente con cada personaje.
|
Valoración crítica
13. Analiza las acciones y reacciones del protagonista y escribe tu opinión:
- Ante las leyendas sobre el lugar.
- Ante el lugar y sus alrededores.
- Ante las opiniones de Theunis.
Nota: el taller fue tomado en su totalidad del libro "Formando lectores 7. Editorial Libros & Libros, Bogotá, 2008.
TALLER DE MECANISMOS DE COHESIÓN GRADO DÉCIMO
1. Lea atentamente el texto 1 y
realice las siguientes actividades:
a. Diga a qué o a quién
hace referencia cada uno de los elementos resaltados.
b. Explique el mecanismo de
cohesión empleado en cada caso por el escritor.
(Texto 1)
Formación de la lluvia acida
La lluvia ácida se1 forma
cuando la humedad en el aire se2 combina con los óxidos
de nitrógeno y el dióxido de azufre emitidos3 por fábricas,
centrales eléctricas y vehículos que4 queman carbón o
productos derivados del petróleo. En interacción con el vapor de agua,estos
gases5 forman ácido sulfúrico y ácidos nítricos. Finalmente, estas
sustancias químicas6 caen a la tierra acompañando a las
precipitaciones, constituyendo la lluvia ácida.
Los contaminantes atmosféricos
primarios que dan7 origen a la lluvia ácida pueden
recorrer grandes distancias, trasladándolos8 los vientos
cientos o miles de kilómetros antes de precipitarse9 en
forma de rocío, lluvia, llovizna, granizo, nieve, niebla o neblina. Cuando la
precipitación se10 produce, puede provocar importantes
deterioros en el ambiente.
La lluvia normalmente presenta un
pH de aproximadamente 5.65 (ligeramente ácido), debido a la presencia del CO2
atmosférico, que11forma ácido carbónico, H2CO3. Se considera
lluvia ácida si presenta un pH de menos de 5 y puede alcanzar el pH del vinagre
(pH 3).Estos valores de pH12 se alcanzan por la presencia de
ácidos como el ácido sulfúrico, H2SO4, y el ácido nítrico, HNO3. Estos
ácidos13se forman a partir del dióxido de azufre, SO2, y el monóxido de
nitrógeno que se14 convierten en ácidos. Los
hidrocarburos y el carbón usados como fuente de energía, en grandes cantidades,
pueden15 también producir óxidos de azufre y nitrógeno y el
dióxido de azufre emitidos por fábricas, centrales eléctricas y vehículos que16 queman
carbón o productos derivados del petróleo. En interacción con el vapor de agua, estos
gases17 forman ácido sulfúrico y ácidos nítricos.
Finalmente, estas
sustancias químicas18 suben a la atmósfera, forman una nube y
después caen a la tierra acompañando las precipitaciones, constituyendo la
lluvia ácida.
Tomado de: http://lluviaacidaaham.blogspot.com/2009/12/formacion-de-la-lluvia-acida.html
2. Corrija el texto 2 empleando
los mecanismos de cohesión adecuados para evitar las redundancias y lograr una
mejor coherencia
(Texto 2)
Un viejito iba a su rancho cuando vio cuatro
guajolotes en el río. Los guajolotes eran brujos: vientos que se habían
transformado en aves y que se estaban bañando. Al rato, los guajolotes salieron
a la orilla del río. Los guajolotes se abrazaron con las alas, jugando; los
guajolotes frotaron sus picos un pico contra otro pico e hicieron un ruido
parecido al ruido de la corneta de un soldado.
Al ver a los guajolotes, el viejito se dijo: "¿Qué
clase de animales serán ésos? Voy a echar fuego a esos animales, a ver esos
animales qué hacen." Y les echó fuego a esos animales. Los animales
volaron y se transformaron en vientos. El cielo se nubló y del cielo comenzó a
caer un aguacero muy fuerte con rayos y viento.
El viejito se espantó muchísimo, y el viejito regresó a su
casa todo empapado. Se enfermó de susto el viejito y el viejito ya no sanó.
Tomado de: http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/index.php?clave=oriflama&pag=5
martes, 10 de junio de 2014
ACTIVIDADES DE NIVELACIÓN: ESPAÑOL GRADO SÉPTIMO
PLAN
DE NIVELACION DEL ÁREA DE LENGUA CASTELLANA
GRADO
7°
PERIODOS
1 Y 2
Junio
09 de 2014
Area:
Lengua Castellana
Profesora:
Claudia Patricia Tamayo Moreno
PROPÓSITO
Dar nuevas oportunidades a los
estudiantes para que alcancen las competencias mínimas propuestas en el área de
Lengua Castellana para el primer semestre del año escolar (periodos académicos
1 y 2), a través de talleres sustentables y evaluaciones escritas.
JUSTIFICACION
De
acuerdo con el Decreto 1290 del 16 de abril de 2009, uno de los propósitos de
la evaluación institucional de los estudiantes es: “suministrar información que
permita implementar estrategias pedagógicas para apoyar a los estudiantes que
presenten debilidades y desempeños superiores en su proceso formativo”. Por
esta razón, la Institución implementó las actividades de nivelación al
finalizar el segundo periodo académico. Con estas el estudiante tendrá la
oportunidad de revisar los conceptos ya abordados durante el tiempo
transcurrido, reforzarlos través de talleres y presentar pruebas que evidencien
lo aprendido.
COMPETENCIAS
POR LOGRAR
- Comprende elementos constitutivos de
obras literarias, tales como tiempo, espacio, función de los personajes,
lenguaje, atmósferas, diálogos, escenas, entre otros.
- Comprende
obras literarias de diferentes géneros, propiciando así el desarrollo de su
capacidad crítica y creativa.
- Produce textos narrativos teniendo
en cuenta personajes, espacio, tiempo, atmósfera y temáticas.
ACTIVIDADES
1. Consulte
los elementos y la estructura del texto narrativo e identifíquelos en el cuento
“El corazón Delator” de Edgar Allan Poe.
El corazón delator (Edgar Allan Poe)
¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso,
terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La
enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y
mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y
en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces?
Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento
mi historia.
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la
cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no
perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo.
Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba.
Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un
buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí
se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo
a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.
Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco.
Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si
hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué
previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el
viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía
yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y
entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza,
levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no
se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran
reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy
lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora
entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta
verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como
yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría
la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba
abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente
para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice
durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré
el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el
viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado
el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente,
llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la
noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para
sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo
mientras dormía.
Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela
que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más
rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había
sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener
mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la
puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o
pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo
sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes
pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la
pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los
ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y
seguí empujando suavemente, suavemente.
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la
linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó
en el lecho, gritando:
-¿Quién está ahí?
Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora
entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a
tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho,
noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido
anuncia la muerte.
Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el
quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el
ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge.
Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el
mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los
terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que
estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi
corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido,
cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era
nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la
chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de
darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano,
porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a
su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que
lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi
cabeza dentro de la habitación.
Después de haber esperado largo tiempo, con toda
paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una
pequeñísima ranura en la linterna.
Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué
cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al
hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.
Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a
enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y
con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver
nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto,
había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.
¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por
locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a
mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto
en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del
viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el
coraje de un soldado.
Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado.
Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando
de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto,
el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido,
cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser
terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención?
Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el
terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me
llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos
minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más
fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se
apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo
había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en
la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un
segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí
alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios
minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me
preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por
fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver.
Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la
mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien
muerto. Su ojo no volvería a molestarme.
Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de
hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder
el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero
en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y
piernas.
Levanté luego tres planchas del piso de la habitación
y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta
habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir
la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro
de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo...
¡ja, ja!
Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la
madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían
las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con
toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?
Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy
civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había
escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún
atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a
los tres agentes para que registraran el lugar.
Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida
a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una
pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a
los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran
bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré
sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo
de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros
que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi
perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el
cadáver de mi víctima.
Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los
habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y
hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al
cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan.
Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías
continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía
resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de
esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara...
hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de
mis oídos.
Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí
hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido
aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un
sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba,
tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído
nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía
continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta
y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué
no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones
de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh,
Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré...
Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas
del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más
alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando
plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no!
¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi
horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era
preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel
escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía
que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más
fuerte... más fuerte... más fuerte!
-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que
lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible
corazón!
a. El
protagonista: ¿quién será el personaje?
b. El
lugar: ¿dónde estará?
c. Lo
que lo rodea: ¿Qué cosas lo rodean? Enumérelas.
d. Estado
o situación: ¿El personaje se encuentra asustado, asombrado o tranquilo?
e. El
tiempo: ¿En qué momento del día suceden los hechos?
3. Escriba
una historia empezando por la presentación del personaje y siguiendo con la
situación problema que enfrenta, las acciones que realiza para resolverla, los
obstáculos que se encuentra y el resultado final de sus acciones.
El
estudiante deberá sustentar todas las actividades propuestas para la
nivelación.
PORCENTAJES
El taller tendrá
un valor de 30% con la sustentación.
La evaluación
valdrá el 70%
FECHA DE PRESENTACIÓN
Las fijadas por la
Institución
Nota:
Teniendo en
cuenta lo acordado por el Consejo Académico, si el estudiante alcanza las
competencias mínimas fijadas en la prueba de nivelación, la nota máxima
promedio será 3,0.
ACTIVIDAD DE NIVELACIÓN: ESPAÑOL GRADO ONCE
PLAN DE NIVELACION DEL ÁREA DE LENGUA
CASTELLANA
GRADO 11°
PERIODOS 1 Y 2
Junio
09 de 2014
Area:
Lengua Castellana
Profesora:
Claudia Patricia Tamayo Moreno
PROPÓSITO
Dar nuevas oportunidades a los
estudiantes para que alcancen las competencias mínimas propuestas en el área de
Lengua Castellana para el primer semestre del año escolar (periodos académicos
1 y 2), a través de talleres sustentables y evaluaciones escritas.
JUSTIFICACION
De
acuerdo con el Decreto 1290 del 16 de abril de 2009, uno de los propósitos de
la evaluación institucional de los estudiantes es: “suministrar información que
permita implementar estrategias pedagógicas para apoyar a los estudiantes que presenten
debilidades y desempeños superiores en su proceso formativo”. Por esta razón,
la Institución implementó las actividades de nivelación al finalizar el segundo
periodo académico. Con estas el estudiante tendrá la oportunidad de revisar los
conceptos ya abordados durante el tiempo transcurrido, reforzarlos través de
talleres y presentar pruebas que evidencien lo aprendido.
COMPETENCIAS POR LOGRAR
- Interpreta en forma crítica la información
difundida por los medios de comunicación masiva.
-
Comprende e interpreta textos con actitud crítica y
capacidad argumentativa.
-
Analiza en forma crítica y creativa las diferentes
manifestaciones literarias del contexto universal.
-
Produce textos argumentativos que evidencian su
conocimiento de la lengua y el control sobre el uso que hace de ella en
contextos comunicativos orales y escritos.
ACTIVIDADES
1.
Consulte las
características, obras representativas, autores (si los hay) de las literaturas
antiguas orientales: hindú, árabe,
persa, hebrea, china y asirio-caldea; y elabore un mapa conceptual donde
sintetice la información.
2.
Escriba un Informe de
lectura sobre el capítulo II del libro “Literatura Griega” de C. M. Bowra.
3.
Lea una tragedia de
Sófocles y sustente por escrito.
4.
Lea el ensayo de
Estanislao Zuleta: “El elogio de la dificultad”, cuyo enlace encontrará en la
sección “Páginas de interés” del blog de la profesora Claudia Tamayo, y señale
las oraciones principales de cada párrafo. Presente el documento subrayado el
día de la sustentación.
5.
Lea una de estas
tragedias de Shakespeare: Hamlet, Romeo y Julieta, Macbeth, Otelo, e
identifique el tema principal y el conflicto.
El estudiante deberá
sustentar todas las actividades propuestas para la nivelación.
VALORES
El taller tendrá
un valor de 30% con la sustentación.
La evaluación
valdrá el 70%
Nota:
Teniendo en
cuenta lo acordado por el Consejo Académico, si el estudiante alcanza las
competencias mínimas fijadas en la prueba de nivelación, la nota máxima
promedio será 3,0.
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