jueves, 4 de agosto de 2011

Obras literarias recomendadas


  1. A sangre fría – Truman Capote
  2. Alina suplicante - Juan Gabriel Vásquez
  3. Angelitos empantanados - Andrés Caicedo
  4. Barrabás - Par Lagerkvist
  5. Cien años de soledad - Gabriel García Márquez
  6. Cóndores no entierran todos los días - G. A. Gardeazábal
  7. Confesiones de una máscara - Yukio Mishima
  8. Contante y sonante - Kate Cann
  9. Crimen y castigo - Fiódor Dostoyevski
  10. Crónicas marcianas - Ray Bradbury
  11. Cuatro años a bordo de mí mismo – Eduardo Zalamea Borda
  12. Cuento de navidad - Charles Dickens
  13. Cumbres borrascosas – Emily Bronte
  14. Del amor y otros demonios - G.G. Márquez
  15. Delirio - Laura Restrepo
  16. El acoso – Alejo Carpentier
  17. El amante de Lady Chaterley – D. H. Lawrence
  18. El barón rampante – Italo Calvino
  19. El camino de El Dorado - Arturo Uslar Pietri
  20. El cartero de Neruda - Antonio Skármeta
  21. El color púrpura - Alice Walker
  22. El elogio de la madrastra - Mario Vargas Llosa
  23. El espejismo – Naguib Mahfuz
  24. El evangelio según Jesucristo - José Saramago
  25. La peste - Albert Camus
  26. El jugador – Fedor Dostoievsky
  27. El lobo estepario - Herman Hesse
  28. El olvido que seremos - Héctor Abad Faciolince
  29. El otoño del patriarca – Gabriel García Márquez
  30. El pez en el espejo - Alberto Duque López
  31. El reino de este mundo - Alejo Carpentier
  32. El siglo de las luces – Alejo Carpentier
  33. En diciembre llegaban las brisas - Marvel Moreno
  34. Érase una vez el amor pero tuve que matarlo-Efraim MedinaReyes
  35. Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón – Alba Lucía Ángel
  36. Eugenia Grandet – Honoré de Balzac
  37. Eva Luna – Isabel Allende
  38. Frankenstein - Mary Wollstoncraft Shelley
  39. Gabriela, clavo y canela - Jorge Amado
  40. I love you putamente - Esteban Carlos Mejía
  41. Ilona llega con la lluvia - Álvaro Mutis
  42. Jugar a matar - Marcelo Birmajer
  43. La casa de las bellas durmientes - Yasunari Kawabata
  44. La dama de las camelias – Alejandro Dumas
  45. La insoportable levedad del ser - Milan Kundera
  46. La letra escarlata - Nathaniel Hawthtorne
  47. La línea de sombra – Joseph Conrad
  48. La muerte en Venecia - Thomas Mann
  49. La náusea - Jean Paul Sartre
  50. La piel de Zapa - Honorato de Balzac
  51. La seducción del minotauro - Anais Ninn
  52. Las desventuras del joven Werther - Goethe
  53. La multitud errante - Laura Restrepo
  54. Lolita - Vladimir Nabokov
  55. Los premios - Julio Cortázar
  56. Los pasos perdidos – Alejo Carpentier
  57. Madame Bovary - Gustave Flaubert
  58. Mientras llueve - Fernando Soto Aparicio
  59. Pantaleón y las visitadoras – Mario Vargas Llosa
  60. Papá Goriot - Honoré de Balzac
  61. Pedro Páramo – Juan Rulfo
  62. ¡Que viva la música! - Andrés Caicedo
  63. Rayuela - Julio Cortázar
  64. Satanás - Mario Mendoza
  65. Solitario de amor - Cristina Peri Rossi
  66. Sobre héroes y tumbas – Ernesto Sábato
  67. Tiempos difíciles – Charles Dickens
  68. Tortilla Flat - John Steinbeck
  69. Un mundo feliz - Aldous Huxley
  70. Viviendo juntos - Kate Cann

lunes, 16 de mayo de 2011

POESÍA DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL


SAN JUAN DE LA CRUZ CANCIONES DEL ALMA... [ II ] ¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro. ¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe y toda deuda paga!, matando muerte en vida la has trocado. ¡Oh lámparas de fuego en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido que estaba oscuro y ciego con extraños primores calor y luz dan junto a su querido! ¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno donde secretamente solo moras y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno cuán delicadamente me enamoras! GLOSA Sin arrimo y con arrimo, sin luz y a oscuras viviendo todo me voy consumiendo. Mi alma está desasida de toda cosa criada y sobre sí levantada y en una sabrosa vida sólo en su Dios arrimada. Por eso ya se dirá la cosa que más estimo que mi alma se ve ya sin arrimo y con arrimo. Y aunque tinieblas padezco en esta vida mortal no es tan crecido mi mal porque si de luz carezco tengo vida celestial porque el amor da tal vida cuando más ciego va siendo que tiene al ama rendida sin luz y a oscuras viviendo. Hace tal obra el amor después que le conocí que si hay bien o mal en mí todo lo hace de un sabor y al alma transforma en sí y así en su llama sabrosa la cual en mí estoy sintiendo apriesa sin quedar cosa, todo me voy consumiendo. EL PASTORCICO Un pastorcico solo está penando Ajeno de placer y de contento Y en su pastora puesto el pensamiento Y el pecho del amor muy lastimado. No llora por haberle amor llagado Que no le pena verse así afligido Aunque en el corazón está herido Mas llora por pensar que está olvidado. Que sólo de pensar que está olvidado De su bella pastora con gran pena Se deja maltratar en tierra ajena El pecho del amor muy lastimado. Y dice el pastorcico: "¡Ay desdichado De aquel que de mi amor ha hecho ausencia Y no quiere gozar la mi presencia Y el pecho por su amor muy lastimado!" Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado Sobre un árbol do abrió sus brazos bellos Y muerto se ha quedado asido de ellos Del pecho del amor muy lastimado. POEMAS DE SANTA TERESA DE JESÚS VUESTRA SOY, PARA VOS NACÍ Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí? Soberana Majestad, eterna sabiduría, bondad buena al alma mía; Dios alteza, un ser, bondad, la gran vileza mirad que hoy os canta amor así: ¿qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, pues me criastes, vuestra, pues me redimistes, vuestra, pues que me sufristes, vuestra pues que me llamastes, vuestra porque me esperastes, vuestra, pues no me perdí: ¿qué mandáis hacer de mí? ¿Qué mandáis, pues, buen Señor, que haga tan vil criado? ¿Cuál oficio le habéis dado a este esclavo pecador? Veisme aquí, mi dulce Amor, amor dulce, veisme aquí: ¿qué mandáis hacer de mí? Veis aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra palma, mi cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y afición; dulce Esposo y redención, pues por vuestra me ofrecí: ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme muerte, dadme vida: dad salud o enfermedad, honra o deshonra me dad, dadme guerra o paz crecida, flaqueza o fuerza cumplida, que a todo digo que sí: ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme riqueza o pobreza, dad consuelo o desconsuelo, dadme alegría o tristeza, dadme infierno o dadme cielo, vida dulce, sol sin velo, pues del todo me rendí: ¿qué mandáis hacer de mí? Si queréis, dadme oración, si no, dadme sequedad, si abundancia y devoción, y si no esterilidad. Soberana Majestad, sólo hallo paz aquí: ¿qué mandáis hacer de mi? Dadme, pues, sabiduría, o por amor, ignorancia; dadme años de abundancia, o de hambre y carestía; dad tiniebla o claro día, revolvedme aquí o allí: ¿qué mandáis hacer de mí? Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar. Si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando. Decid, ¿dónde, cómo y cuándo? Decid, dulce Amor, decid: ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme Calvario o Tabor, desierto o tierra abundosa; sea Job en el dolor, o Juan que al pecho reposa; sea viña fructuosa o estéril, si cumple así: ¿qué mandáis hacer de mí? Sea José puesto en cadenas, o de Egipto adelantado, o David sufriendo penas, o ya David encumbrado; sea Jonás anegado, o libertado de allí: ¿qué mandáis hacer de mí? Esté callando o hablando, haga fruto o no le haga, muéstreme la ley mi llaga, goce de Evangelio blando; esté penando o gozando, sólo vos en mí vivid: ¿qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, para vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí? VIVO SIN VIVIR EN MÍ (Santa Teresa de Jesús) Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero. Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí: cuando el corazón le di puso en él este letrero, que muero porque no muero. Esta divina prisión, del amor en que yo vivo, ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón; y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero. ¡Ay, qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros, esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero. ¡Ay, qué vida tan amarga do no se goza el Señor! Porque si es dulce el amor, no lo es la esperanza larga: quíteme Dios esta carga, más pesada que el acero, que muero porque no muero. Sólo con la confianza vivo de que he de morir, porque muriendo el vivir me asegura mi esperanza; muerte do el vivir se alcanza, no te tardes, que te espero, que muero porque no muero. SOBRE AQUELLAS PALABRAS "DILECTUS MEUS MIHI" (Mi amado para mí) Ya toda me entregué y di, y de tal suerte he trocado, que es mi Amado para mí, y yo soy para mi Amado. Cuando el dulce Cazador me tiró y dejó rendida, en los brazos del amor mi alma quedó caída, y cobrando nueva vida de tal manera he trocado, que es mi Amado para mí, y yo soy para mi Amado. Hirióme con una flecha enherbolada de amor, y mi alma quedó hecha una con su Criador; ya yo no quiero otro amor, pues a mi Dios me he entregado, y mi Amado es para mí, y yo soy para mi amado. COLOQUIO AMOROSO Si el amor que me tenéis, Dios mío, es como el que os tengo, Decidme: ¿en qué me detengo? O Vos, ¿en qué os detenéis? - Alma, ¿qué quieres de mí? Dios mío, no más que verte. Y ¿qué temes más de ti? Lo que más temo es perderte. Un alma en Dios escondida ¿qué tiene que desear, sino amar y más amar, y en amor toda escondida tornarte de nuevo a amar? Un amor que ocupe os pido, Dios mío, mi alma os tenga, para hacer un dulce nido adonde más la convenga. DE GARCILASO DE LA VEGA SONETO V Escrito está en mi alma vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo; vos sola lo escribisteis, yo lo leo tan solo, que aun de vos me guardo en esto. En esto estoy y estaré siempre puesto; que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma mismo os quiero. Cuando tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero. DE LAS ÉGLOGAS ÉGLOGA I Salicio: ¡Oh más dura que mármol a mis quejas, y al encendido fuego en que me quemo más helada que nieve, Galatea!, estoy muriendo, y aún la vida temo; témola con razón, pues tú me dejas, que no hay, sin ti, el vivir para qué sea. Vergüenza he que me vea ninguno en tal estado, de ti desamparado, y de mí mismo yo me corro agora. ¿De un alma te desdeñas ser señora, donde siempre moraste, no pudiendo de ella salir un hora? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. ------------------------------------ ¿Y tú, de esta mi vida ya olvidada, sin mostrar un pequeño sentimiento de que por ti Salicio triste muera, dejas llevar (¡desconocida!) al viento el amor y la fe que ser guardada eternamente sólo a mí debiera? ¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera, (pues ves desde tu altura esta falsa perjura causar la muerte de un estrecho amigo) no recibe del cielo algún castigo? Si en pago del amor yo estoy muriendo, ¿qué hará el enemigo? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. JUAN BOSCÁN CANCIONES 4 Es tal y tan verdadera mi pena por conoceros que, si tanto no os quisiera, yo quisiera no quereros. Que nuevo caso d'amor ordenáis que'n mí comience: combatirme el desamor, adonde el amor me vence. No es mucho, pues tan entera es mi pena en conoceros, que, si tanto no os quisiera, yo quisiera no quereros. 6 Mi mal está en crecimiento: comiença, y es tan estremo, que no siento lo que siento de temor de lo que temo. No hize lo que convino; ya no sé lo que conviene. Témome del mal que viene, no pensando en el que vino. En su primer movimiento es mi mal, y es tran estremo, que no siento lo que siento de temor de lo que temo. LOPE DE VEGA Un soneto me manda hacer Violante Un soneto me manda hacer Violante Un soneto me manda hacer Violante, que en mi vida me he visto en tal aprieto; catorce versos dicen que es soneto: burla burlando van los tres delante. Yo pensé que no hallara consonante y estoy a la mitad de otro cuarteto; mas si me veo en el primer terceto no hay cosa en los cuartetos que me espante. Por el primer terceto voy entrando y parece que entré con pie derecho, pues fin con este verso le voy dando. Ya estoy en el segundo, y aún sospecho que voy los trece versos acabando; contad si son catorce, y está hecho. Ya no quiero más bien que sólo amaros Ya no quiero más bien que sólo amaros Ya no quiero más bien que sólo amaros ni más vida, Lucinda, que ofreceros la que me dais, cuando merezco veros, ni ver más luz que vuestros ojos claros. Para vivir me basta desearos, para ser venturoso conoceros, para admirar el mundo engrandeceros y para ser Eróstrato abrasaros. La pluma y lengua respondiendo a coros quieren al cielo espléndido subiros donde están los espíritus más puros. Que entre tales riquezas y tesoros mis lágrimas, mis versos, mis suspiros de olvido y tiempo vivirán seguros. CRISTÓBAL DE CASTILLEJO A UN HERMAFRODITO Cuando mi madre cuitada En el vientre me traía, Viéndose grave, pesada, Diz que a los dioses, penada, Consultó qué pariría. Febo dixo: "Varón es." Marte hembra, y neutro Juno. Yo, nasciendo, era después Hermafrodito, y de tres, Dixo verdad cada uno. Preguntando el fin que habría Tras esto, dixo la Diosa Que con armas moriría. Marte dixo que sería Muerto de cruz espantosa. Febo dixo: "En agua espera Acabar su triste vida". La suerte, en fin, de cualquiera Dellos en mí fué cumplida, Y por mi mal valedera. En un árbol que hacía Sombra al agua me subió La triste ventura mía, Do la espada que ceñía Abaxo se me cayó; Y yo, acaso desdichado, También allí desbarré; Y cayendo así turbado, Sobre ella quedé colgado De las ramas por el pie. La cabeza encontinente Fué en el agua çapuzada, Y el cuerpo quedó pendiente, Quedando yo juntamente Mal herido de mi espada. Y desta suerte pendiendo, Perdí la vida y la luz, Y al fin acabé sufriendo. Hembra, macho y neutro siendo, Muerte de agua, hierro y cruz.

miércoles, 6 de abril de 2011

Tragedia Griega


El siguiente vínculo conduce al ensayo "La piedad y el poder", de Lina Moreno de Uribe, basado en la tragedia griega "Antígona":
----------------------------------------------------------            Si la épica es el género de los tiempos históricos de los tiranos, de las primeras civilizaciones y las primeras Olimpíadas (776 a.C.), el teatro, y en especial la tragedia, pertenecen a la llamada época clásica, aquella que transcurre en Atenas entre comienzos del V y finales del IV a.C. Es el momento de las "Guerras Médicas", las que enfrentaron a los persas y los griegos en las batallas de las Termópilas, Maratón (490 a.C.) o Salamina, tras las cuales surgirá el gran esplendor de la democracia de Pericles y, posteriormente, el derrumbe ateniense de la "Guerra de Peloponeso" bajo las espadas espartanas.
             La tragedia tiene origen ático, ateniense, como una forma evolucionada de antiguas canciones corales que se recitaban en las celebraciones en honor al dios Dionisos en el transcurso de unas pocas fechas al año, auspiciadas por cada ciudad (“polis”). Se tenía la costumbre de incluir las tragedias en certámenes teatrales, en las que tres autores presentaban otras tantas obras (una tradicional fórmula conocida como "trilogía") ante un jurado que concedía premios al mejor autor (una corona de hiedra) y, en ocasiones, almejor protagonista. 
La tragedia pone en escena grandes problemas humanos -el destino, la muerte, la angustia, la libertad, el poder de los dioses-, aparentemente ajenos a la vida cotidiana, en boca de personajes legendarios y divinidades, con un estilo y lenguaje elevado y solemne. 
En la tragedia se ponían en escena hasta tres actores (un protagonista y otros dos, siempre ciudadanos varones, incluso para representar papeles femeninos) que solían vestir largas túnicas e iban descalzos o, en ocasiones, llevaban zapatos de tacón alto (los "coturnos". Completa el grupo un coro que comenta, explica e interpreta la situación dramática (entre 12 y 15 personas que se sirven de la música de flauta para sus recitaciones, participando moderadamente de la acción). Quienes representaban en escena utilizaban también máscaras para dar imagen y voz a sus papeles. 
Las obras dramáticas tenía la siguiente estructura:
1º. El prólogo, que precede a la entrada del coro y suele ser una breve explicación del argumento o introducción de la obra. 
2º. El "parodos", la entrada del coro. 
3º. Los "episodios", las escenas que desarrollan los actores junto alcoro. 
4º. Los "stasima", cantos últimos del coro dirigiéndose al público. 5º. El "exodos" o escena final. 
Las representaciones teatrales se realizaban en un recinto semicircular al aire libre bajo cuyas gradas se situaba la "orchestra", un espacio de circunferencia en el que se situaba el coro y que separaba a los espectadores del proscenio y de la "escena" o telón de fondo del recinto teatral (en los construidos en piedra, semejaba la fachada de un templo o palacio). No había decoración alguna pero sesolían usar mecanismos sobre el escenario, "maquinaria" elevada para ciertos "efectos especiales". Los espectadores pagaban una mínima entrada (óbolo) para asistir a las representaciones que se desarrollaban durante todo un día. 
Los tres autores más representativos de la tragedia griega, los tres clásicos por excelencia son Esquilo, Sófocles y Eurípides.
Esquilo
El más antiguo de la tríada de autores fue un combatiente de las batallas de Salamina y Platea, y un ciudadano ejemplar. De su vida apenas si se tienen noticias, siendo la más anecdótica, lamentablemente, la de su muerte: cuéntase que un águila que portaba una tortuga, dejó caer a esta sobre su cabeza confundiéndola con una piedra.
Esquilo obtuvo muchos premios en los certámenes y es literariamente valorado porque introdujo al segundo actor en escena, gustó de la escenografía espectacular, las obras tremendistas y tenebrosas, e impulsó la relevancia del coro. El tema esencial de sus obras, dotadas de un profundo sentido religioso, muchas veces en forma de "sermón", es la lucha del hombre contra el destino, la humillación humana ante el orden del universo (Zeus, los dioses, imponen su voluntad y justicia sobre los orgullosos y vanidosos mortales, lenta e implacablemente). 
Escribió unas 80 tragedias, de las que apenas quedan siete. De 
ellas destacamos:
 -  Los Persas: que cuenta la expedición del jactancioso Jerjes en el 480 a.C. y sus derrotas ante los valerosos griegos.
 -  La "trilogía" de la Orestíada , sobre los trágicos acontecimientos de uno de los "nostoi" posteriores a la Guerra de Troya: el drama del regreso del rey Agamenón, su muerte a manos de su esposa Clitemnestra y la venganza de su hijo Orestes sobre su madre y sobre el regente Egisto.
Sófocles
Nuestro segundo autor es conocido como un hombre apuesto, atlético, afortunado y vividor; conocedor de la danza y la música, que tuvo una breve carrera política y militar (como "strategos") durante la floreciente época de Pericles.  Un hombre de teatro sobre todo: creador de textos, música, incluso actor. 
Escritor brillante y prolífico (autor de más de 120 tragedias de las que sólo nos quedan siete), destacó por ser el introductor del tercer actor y por dar a sus obras la predominancia del hombre sobre la idea, mejorando el argumento, el diálogo y la relación entre los personajes, así como dotando a los argumentos de sus primeras "escenografías". Como alguien le definió: "uno que veía la vida concalma y la veía toda". 
De Sófocles nos han quedado algunos argumentos de intensidad dramática inmensa como los desarrollados a través de sus protagonistas universales, hombres y mujeres dignos, también víctimas de undolor intenso que se sufre con resignación y sólo se libera con la muerte. Personajes prototipo del infortunio ante la fatalidad que marca sus vidas. 
Destacan tres obras que nos relatan el "ciclo de Edipo":
Edipo rey: el rey de Tebas alejado hasta Corinto, que regresó a 
su ciudad, resolvió el enigma de la Esfinge, y sufrió el oráculo divinomatando, sin saberlo, a su padre Layo y desposándose con su 
madre Yocasta. Conocida la verdad, Yocasta se ahorcará y Edipo 
se cegará con los broches de la mujer y quedará como un mendigo.
 -  Edipo en Colono: el antiguo rey, ya ciego, retirado y ayudado por su fiel hija Antígona.
Antígona: gobernando el sucesor de Edipo, el rey Creonte, Antígona sepulta con dignidad el cuerpo de su hermano Polinices, desobedeciendo las órdenes reales. Antígona es detenida y emparedada 
viva en una cueva. Su hermana Ismene le presta todo su apoyo, y 
también su prometido, Hemón, hijo de Creonte. La catástrofe final 
acaba con el ahorcamiento de Antígona, poco antes de que llegue el perdón real, y el suicidio de Hemón y su madre.
Eurípides (480 - 406)
Dijo Aristóteles que "Sófocles pintaba a los hombres como debían ser y Eurípides como eran realmente". El más joven de nuestros 
trágicos nació en el año de la batalla de Salamina y pasó por ser 
un filósofo, pensador y lector voraz, misántropo y taciturno, alejado de la acción pública en plena crisis de la grandeza ateniense. 
Procesado por impiedad e inmoralidad, acabó sus días en Pella, capital de Macedonia, despedazado por unos perros.
Tuvo un agudo sentido psicológico en sus obras, dotando de espe-cial humanidad y veracidad de sentimientos a sus personajes y reflexionando sobre los auténticos problemas de conciencia de su tiem-
po. Concede nuevas versiones a las viejas historias, haciendo gala de modernidad y de racionalismo por su escepticismo ante la moraly religión tradicionales. Trata con especial atención los personajes de las mujeres y los esclavos, secundarios hasta entonces, dotándoles de un carácter cambiante y contradictorio. Gusta, sin embargo, de historias truculentas, violentas y de extrañas pasiones. 
De sus obras destacamos:
- Medea: la joven hechicera, hija del guardián del Vellocino de
Oro que ayuda a Jasón en su empresa, se enamora de él, le desposa y luego se ve abandonada por el héroe y decide vengarse ma-
tando a sus propios hijos.
 - Hipólito: el hijo de Teseo, pretendido por la nueva esposa de su padre.
 - Andrómaca: la viuda del heroico troyano Héctor, se encuentra
tras la guerra en manos de Neoptólemo, hijo del “pélida” Aquiles, angustiada por sus hijos ante las pretensiones homicidas de Hermíone, la nueva esposa de su dueño.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Literatura Griega

Ciudadseva presenta un interesante documento sobre la tragedia griega: su origen, características y el comentario sobre tres importantes obras (Prometeo Encadenado, las Troyanas y Edipo Rey).