lunes, 16 de mayo de 2011

POESÍA DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL


SAN JUAN DE LA CRUZ CANCIONES DEL ALMA... [ II ] ¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! pues ya no eres esquiva, acaba ya si quieres; rompe la tela de este dulce encuentro. ¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe y toda deuda paga!, matando muerte en vida la has trocado. ¡Oh lámparas de fuego en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido que estaba oscuro y ciego con extraños primores calor y luz dan junto a su querido! ¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno donde secretamente solo moras y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno cuán delicadamente me enamoras! GLOSA Sin arrimo y con arrimo, sin luz y a oscuras viviendo todo me voy consumiendo. Mi alma está desasida de toda cosa criada y sobre sí levantada y en una sabrosa vida sólo en su Dios arrimada. Por eso ya se dirá la cosa que más estimo que mi alma se ve ya sin arrimo y con arrimo. Y aunque tinieblas padezco en esta vida mortal no es tan crecido mi mal porque si de luz carezco tengo vida celestial porque el amor da tal vida cuando más ciego va siendo que tiene al ama rendida sin luz y a oscuras viviendo. Hace tal obra el amor después que le conocí que si hay bien o mal en mí todo lo hace de un sabor y al alma transforma en sí y así en su llama sabrosa la cual en mí estoy sintiendo apriesa sin quedar cosa, todo me voy consumiendo. EL PASTORCICO Un pastorcico solo está penando Ajeno de placer y de contento Y en su pastora puesto el pensamiento Y el pecho del amor muy lastimado. No llora por haberle amor llagado Que no le pena verse así afligido Aunque en el corazón está herido Mas llora por pensar que está olvidado. Que sólo de pensar que está olvidado De su bella pastora con gran pena Se deja maltratar en tierra ajena El pecho del amor muy lastimado. Y dice el pastorcico: "¡Ay desdichado De aquel que de mi amor ha hecho ausencia Y no quiere gozar la mi presencia Y el pecho por su amor muy lastimado!" Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado Sobre un árbol do abrió sus brazos bellos Y muerto se ha quedado asido de ellos Del pecho del amor muy lastimado. POEMAS DE SANTA TERESA DE JESÚS VUESTRA SOY, PARA VOS NACÍ Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí? Soberana Majestad, eterna sabiduría, bondad buena al alma mía; Dios alteza, un ser, bondad, la gran vileza mirad que hoy os canta amor así: ¿qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, pues me criastes, vuestra, pues me redimistes, vuestra, pues que me sufristes, vuestra pues que me llamastes, vuestra porque me esperastes, vuestra, pues no me perdí: ¿qué mandáis hacer de mí? ¿Qué mandáis, pues, buen Señor, que haga tan vil criado? ¿Cuál oficio le habéis dado a este esclavo pecador? Veisme aquí, mi dulce Amor, amor dulce, veisme aquí: ¿qué mandáis hacer de mí? Veis aquí mi corazón, yo le pongo en vuestra palma, mi cuerpo, mi vida y alma, mis entrañas y afición; dulce Esposo y redención, pues por vuestra me ofrecí: ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme muerte, dadme vida: dad salud o enfermedad, honra o deshonra me dad, dadme guerra o paz crecida, flaqueza o fuerza cumplida, que a todo digo que sí: ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme riqueza o pobreza, dad consuelo o desconsuelo, dadme alegría o tristeza, dadme infierno o dadme cielo, vida dulce, sol sin velo, pues del todo me rendí: ¿qué mandáis hacer de mí? Si queréis, dadme oración, si no, dadme sequedad, si abundancia y devoción, y si no esterilidad. Soberana Majestad, sólo hallo paz aquí: ¿qué mandáis hacer de mi? Dadme, pues, sabiduría, o por amor, ignorancia; dadme años de abundancia, o de hambre y carestía; dad tiniebla o claro día, revolvedme aquí o allí: ¿qué mandáis hacer de mí? Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar. Si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando. Decid, ¿dónde, cómo y cuándo? Decid, dulce Amor, decid: ¿qué mandáis hacer de mí? Dadme Calvario o Tabor, desierto o tierra abundosa; sea Job en el dolor, o Juan que al pecho reposa; sea viña fructuosa o estéril, si cumple así: ¿qué mandáis hacer de mí? Sea José puesto en cadenas, o de Egipto adelantado, o David sufriendo penas, o ya David encumbrado; sea Jonás anegado, o libertado de allí: ¿qué mandáis hacer de mí? Esté callando o hablando, haga fruto o no le haga, muéstreme la ley mi llaga, goce de Evangelio blando; esté penando o gozando, sólo vos en mí vivid: ¿qué mandáis hacer de mí? Vuestra soy, para vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí? VIVO SIN VIVIR EN MÍ (Santa Teresa de Jesús) Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero. Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí: cuando el corazón le di puso en él este letrero, que muero porque no muero. Esta divina prisión, del amor en que yo vivo, ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón; y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero. ¡Ay, qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros, esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero. ¡Ay, qué vida tan amarga do no se goza el Señor! Porque si es dulce el amor, no lo es la esperanza larga: quíteme Dios esta carga, más pesada que el acero, que muero porque no muero. Sólo con la confianza vivo de que he de morir, porque muriendo el vivir me asegura mi esperanza; muerte do el vivir se alcanza, no te tardes, que te espero, que muero porque no muero. SOBRE AQUELLAS PALABRAS "DILECTUS MEUS MIHI" (Mi amado para mí) Ya toda me entregué y di, y de tal suerte he trocado, que es mi Amado para mí, y yo soy para mi Amado. Cuando el dulce Cazador me tiró y dejó rendida, en los brazos del amor mi alma quedó caída, y cobrando nueva vida de tal manera he trocado, que es mi Amado para mí, y yo soy para mi Amado. Hirióme con una flecha enherbolada de amor, y mi alma quedó hecha una con su Criador; ya yo no quiero otro amor, pues a mi Dios me he entregado, y mi Amado es para mí, y yo soy para mi amado. COLOQUIO AMOROSO Si el amor que me tenéis, Dios mío, es como el que os tengo, Decidme: ¿en qué me detengo? O Vos, ¿en qué os detenéis? - Alma, ¿qué quieres de mí? Dios mío, no más que verte. Y ¿qué temes más de ti? Lo que más temo es perderte. Un alma en Dios escondida ¿qué tiene que desear, sino amar y más amar, y en amor toda escondida tornarte de nuevo a amar? Un amor que ocupe os pido, Dios mío, mi alma os tenga, para hacer un dulce nido adonde más la convenga. DE GARCILASO DE LA VEGA SONETO V Escrito está en mi alma vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo; vos sola lo escribisteis, yo lo leo tan solo, que aun de vos me guardo en esto. En esto estoy y estaré siempre puesto; que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma mismo os quiero. Cuando tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero. DE LAS ÉGLOGAS ÉGLOGA I Salicio: ¡Oh más dura que mármol a mis quejas, y al encendido fuego en que me quemo más helada que nieve, Galatea!, estoy muriendo, y aún la vida temo; témola con razón, pues tú me dejas, que no hay, sin ti, el vivir para qué sea. Vergüenza he que me vea ninguno en tal estado, de ti desamparado, y de mí mismo yo me corro agora. ¿De un alma te desdeñas ser señora, donde siempre moraste, no pudiendo de ella salir un hora? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. ------------------------------------ ¿Y tú, de esta mi vida ya olvidada, sin mostrar un pequeño sentimiento de que por ti Salicio triste muera, dejas llevar (¡desconocida!) al viento el amor y la fe que ser guardada eternamente sólo a mí debiera? ¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera, (pues ves desde tu altura esta falsa perjura causar la muerte de un estrecho amigo) no recibe del cielo algún castigo? Si en pago del amor yo estoy muriendo, ¿qué hará el enemigo? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. JUAN BOSCÁN CANCIONES 4 Es tal y tan verdadera mi pena por conoceros que, si tanto no os quisiera, yo quisiera no quereros. Que nuevo caso d'amor ordenáis que'n mí comience: combatirme el desamor, adonde el amor me vence. No es mucho, pues tan entera es mi pena en conoceros, que, si tanto no os quisiera, yo quisiera no quereros. 6 Mi mal está en crecimiento: comiença, y es tan estremo, que no siento lo que siento de temor de lo que temo. No hize lo que convino; ya no sé lo que conviene. Témome del mal que viene, no pensando en el que vino. En su primer movimiento es mi mal, y es tran estremo, que no siento lo que siento de temor de lo que temo. LOPE DE VEGA Un soneto me manda hacer Violante Un soneto me manda hacer Violante Un soneto me manda hacer Violante, que en mi vida me he visto en tal aprieto; catorce versos dicen que es soneto: burla burlando van los tres delante. Yo pensé que no hallara consonante y estoy a la mitad de otro cuarteto; mas si me veo en el primer terceto no hay cosa en los cuartetos que me espante. Por el primer terceto voy entrando y parece que entré con pie derecho, pues fin con este verso le voy dando. Ya estoy en el segundo, y aún sospecho que voy los trece versos acabando; contad si son catorce, y está hecho. Ya no quiero más bien que sólo amaros Ya no quiero más bien que sólo amaros Ya no quiero más bien que sólo amaros ni más vida, Lucinda, que ofreceros la que me dais, cuando merezco veros, ni ver más luz que vuestros ojos claros. Para vivir me basta desearos, para ser venturoso conoceros, para admirar el mundo engrandeceros y para ser Eróstrato abrasaros. La pluma y lengua respondiendo a coros quieren al cielo espléndido subiros donde están los espíritus más puros. Que entre tales riquezas y tesoros mis lágrimas, mis versos, mis suspiros de olvido y tiempo vivirán seguros. CRISTÓBAL DE CASTILLEJO A UN HERMAFRODITO Cuando mi madre cuitada En el vientre me traía, Viéndose grave, pesada, Diz que a los dioses, penada, Consultó qué pariría. Febo dixo: "Varón es." Marte hembra, y neutro Juno. Yo, nasciendo, era después Hermafrodito, y de tres, Dixo verdad cada uno. Preguntando el fin que habría Tras esto, dixo la Diosa Que con armas moriría. Marte dixo que sería Muerto de cruz espantosa. Febo dixo: "En agua espera Acabar su triste vida". La suerte, en fin, de cualquiera Dellos en mí fué cumplida, Y por mi mal valedera. En un árbol que hacía Sombra al agua me subió La triste ventura mía, Do la espada que ceñía Abaxo se me cayó; Y yo, acaso desdichado, También allí desbarré; Y cayendo así turbado, Sobre ella quedé colgado De las ramas por el pie. La cabeza encontinente Fué en el agua çapuzada, Y el cuerpo quedó pendiente, Quedando yo juntamente Mal herido de mi espada. Y desta suerte pendiendo, Perdí la vida y la luz, Y al fin acabé sufriendo. Hembra, macho y neutro siendo, Muerte de agua, hierro y cruz.