Muchos
siglos antes de nuestra era, la Península Ibérica había sido habitada por
diversos grupos humanos: iberos, celtas, vascos, tartesios, fenicios, griegos.
En el siglo III a. C., España es invadida por los romanos quienes llevaron
consigo la lengua latina, que se mezcló a las habladas por iberos,
celtas, fenicios y griegos, quedando las antiguas vencidas y olvidadas ante el
impulso avasallador de la nueva.
Más de seis siglos duró la dominación romana, y en ellos nos fueron
transmitidas las dos formas que del
latín existían: la noble o culta (la literaria, la escrita) y la vulgar, la
común (la hablada). Este latín vulgar fue el que influyó en la formación de
nuestra lengua y de las demás llamadas romances: portugués, catalán,
francés, italiano, rumano… Hacia el siglo V, casi toda la gente utilizaba esta
forma “vulgar” del latín, y como poco a poco el Imperio Romano se iba
debilitando, las nuevas formas lingüísticas se colaron también en los textos
escritos.
En el siglo V d. C. se producen, de manera lenta y eficaz, las
invasiones bárbaras. Eran pueblos germánicos llegados del norte de
Europa. Incursionaron por todos los territorios sometidos al impero romano y
los dominaron. Constituían el grupo de bárbaros: suevos, vándalos y alanos,
primero, y posteriormente, los visigodos procedentes de las costas bálticas.
Como los germanos estuvieron en contacto con los romanos durante varios siglos,
no solo utilizaron vocablos latinos, sino que a su vez le dieron algunos al
latín, y por otra parte, al ser derrotados los romanos, nuestra lengua se
desarrolló más rápidamente. Ahora reunía estructuras latinas con palabras
celtas (garza, gancho), griegas (música, matemática), visigodas (ropa, espía)…
En el siglo VIII (año 711) comienza la dominación árabe que duró
alrededor de ocho siglos (año 1492), período lo suficientemente largo como para
que la lengua de ese pueblo dejara una honda huella en el nuevo idioma que se
estaba gestando. Los árabes le donaron vocablos como algodón, azúcar, almohada
y muchos más.
En una región de España, en Castilla, surgió el dialecto “castellano”,
que luego se difundió por toda la Península
Ibérica , y en el siglo XV pasó a ser la lengua oficial del
país.
Entre los siglos X y XII aparecieron los primeros poemas
en castellano. El más antiguo que se conserva completo es el célebre “Cantar
del Mío Cid”, que no podríamos entender hoy sin una traducción. Por ejemplo, un
verso como “Sospiró mío cid, ca mucho avié grandes cuidados”, se traduce como
“Suspiró el Cid al recordar sus penas”.